El Blog de Pecarí

martes, octubre 31, 2006

El jalogüin vs. la calaverita

Pues estamos en plena época en la que vivos, muertos y misceláneos deambulan pa’ todos lados sin que nadie se percate de quién es quién.
Originalmente le llamábamos a este asunto “día de muertos”, en el que toda la chamacada se disfrazaba y armados con recipientes de plástico en forma de calabaza salíamos a pedir la famosa “calaverita”. Y Pecarí escribe “salíamos” porque incluso ella salía a pedir de puerta en puerta.

Pero los tiempos cambian. Los niños ya no dicen “¿me da mi calaverita?”, en cambio dicen “¿no me da mi jalogüin?”. Es triste. En la página del Dr. Zeuz hay una nota interesante sobre la historia del día de muertos y el Halloween, por lo que ese tema no se tratará aquí. Tal vez juzgar qué es lo correcto o incorrecto o reflexionar sobre lo triste que es perder tradiciones milenarias sale sobrando. Son temas de los que se habla año con año, y sin embargo el hecho es que en las tiendas se venden productos alusivos al jalogüin, y no al día de muertos, y sus ventas cada año son mayores.
Triste, pero cierto.

Pero intentemos dejar de lado lamentables reflexiones. Aunado a las calaveritas, ofrendas y la tragasón del tradicional pan de muerto, están las nunca falladoras fiestas de disfraces. Pecarí todavía no ha decidido qué ponerse pero he aquí algunas ideas:
1) Bruja- éste no es opción, parecería como si fuera un día cualquiera.
2) Cobrador de impuestos- así sí se espanta a todos.
3) French maid (o uniforme de muchacha en color negro y detalles en blanco)- demasiado sugestivo.
4) Enfermera- igual que el anterior.
5) Algún animal- ¿más?
6) Borracho de fiesta- sale muy caro.
7) Teléfono celular- el que llama paga.

Pecarí no siente inspiración para su disfraz.
Muy amable lector, ¿podría recomendar algo bueno?

lunes, octubre 30, 2006

Celebración del 20 aniversario de Viajes Toyo

La agencia de viajes "Viajes Toyo" cumplió 20 años este año y lo celebró con tamaño fiestón este domingo en el Lienzo Charro del Pedregal. Fue un evento a lo grande, con charreada, concursos, animador, toro mecánico y cantidades industriales de bebidas y alimentos. La concurrencia estuvo compuesta de todos los proveedores y clientes de esta empresa que no fueron pocos y engrosaron el caldo de tal manera que aquello parecía reventar.
La Flaca y Pecarí también participaron de dicho evento y de manera "algo" activa. Participaron en todos los concursos que pudieron en el que se incluyeron:
- Inflar un globo en equipo (en base a turnos) hasta que el infeliz globo reventara con el exceso de aire. (Quedó claro que ni la Flaca ni Pecarí tienen buenos pulmones)
- Tomarse una cerveza de Hidalgo, para inmediatamente después dar 10 vueltas seguidas y luego tirar a gol. (Por supuesto nadie de los participantes metió un mísero gol).
- Gritar como poseídos para hacer "el público más aplaudidor". (Pues según uno lo hace bien, pero si el de los boletos piensa diferente, pues ¿qué puede hacer uno?)
- Entrarle a todos los juegos infantiles como las canicas, tirar dardos, meter pelotitas en un infliz agujero en una tabla, entre otros. (Olvídelo, el tino no es nuestra especialidad)

Al final hubo una serie de rifa de muchos premios muy buenos: boletos de avión, noches en diferentes hoteles, cenas en restaurantes, aparatos electrónicos, entre muchos otros. La Flaca y Pecarí no se fueron con las manos vacías: se llevaron una plancha y una botella de ron blanco con "un toque de limón", misma que formará parte de las próximas celebraciones del cumpleaños pecariesco. Por supuesto también se llevaron un muy generoso itacate, el cual evitará desveladas por tener que cocinar.

En fin. Gran diversión. El evento estuvo muy bien organizado y sí dan ganas de seguir siendo clientes de esta agencia de viajes.

Muchas felicidades por estos 20 años de trabajo continuo, y que sean muchos más.

jueves, octubre 26, 2006

Día Perro

Hace unos días Pecarí salió de su hogar como a las 8:45 de la mañana para dirigirse a su trabajo. Parecía un día normal, pero no era así. Las estrellas se habían puesto de acuerdo para acomodarse de tal modo que en el cielo la única figura que robaba el plano astral era la efigie del perro. Pero no era un perrito lindo con moñitos, o uno obediente que cuida de su amo. No! Se trataba del perro infeliz que lo muerde a uno en el trasero y encima le exije que le dé de comer.

En fin. Sobre la calle de Horacio, a una cuadra del metro Polanco Pecarí le daba duro a su bicicleta. Un señor (con ya varias primaveras) que se iba a subir a su vehículo muy amablemente cedió su paso a la ciclista, y ésta, al ver que no estaba de mal ver, le lanzó una sonrisa de agradecimiento levantando además su pezuñita. Hasta ahí llegó la buena suerte.

Una señora gorda montada en una camioneta de la marca Nissan de color "chanpán" por querer rebasar un camión repartidor de garrafones dio el volantazo y casi saca a Pecarí del camino, y por supuesto lo primerito que hace es regañarla, porque ¿ella qué culpa tiene de que se le atraviese un ciclista? En ese preciso instante todas y cada una de las células que componen el ser pecariesco se prenden de ira y al unísono se dejan ir a la salida de la primera hondonada de altisonantes y maleducados reclamos a la mencionda señora gorda. Y este reclamo se compuso de todas aquellas palabras dignas del más bajo folklor mexicano, no aptas para ningún miembro de la familia a excepción de una.

El día no acabó ahí. Le continuó una sesión laboral digna del récord Guiness al "día más perro". Lleno de solicitudes que no tenían fundamento. Actividades que no llegaban a ningún lado. Con jefes que creen que uno tiene algún pacto con los santos para la realización de milagros, o apariciones celestiales. Ya pa' qué entrar en detalles. El caso es que no fue un día bueno.

Dieron las 6, gracias a Dios. Y Pecarí salió como destapada a presión. Pero eso sí, cansada y con ganas de que alguien le diera un abracito y le hiciera piojito (cosa que por supuesto nunca pasó e hizo el día todavía más perro).

Se subió a su bicla y empezó a pedalear. En el camino había un grupo de jóvenes que le gritaron dos que tres piropos por lo que Pecarí nomás pensó: "qué día más infeliz, pero al menos sigo teniendo pegue".

Amable lector, ¿ha tenido días perros?

miércoles, octubre 11, 2006

Reportando regreso a México

El pasado 28 de septiembre Pecarí retornó a tierras Aztecas proveniente de la Nación del Sol Naciente, y con bien, afortunadamente.

En el avión conoció a un boxeador mexicano que tuvo pelea una noche antes en Tokio (pasó en la tele)... más bien estaba hasta adelante en la fila del avión y se le pegó pa' entrar rápido. No podía fallar la mexicanísima, ni siquiera en el último momento.

Ya en benditas Tierras Nopaleras la realidad no podía hacerse esperar: una montaña de chamba acumulada, una casa con polvo y muchos recibos por pagar, y lo que es peor, una gatita Suki triste que con sus gatunos ojitos le reclamaba a Pecarí un mes de ausencia.

El cuerpecito de Pecarí, ya acostumbrado al horario nippón, no sabía si era de día o de noche o si era la hora de comer. El famoso "jet-lag" le dió duro y tupido por poco más de una semana. Pero eso no impidió que el sábado 30 se fuera con la Flaca al Mamá Rumba de San Ángel a echarse una merecidísima cerveza mexicana y una bailada en ese ambiente tan deliciosamente cubano. A Pecarí le hacía harta falta una fría y deliciosa cerveza mexicana y un músico cubano que la sacara bailar.

En fin. Los días posteriores y hasta el día de hoy, Pecarí se contagió del virus "lipiecitis aguda", una extraña enferemedad que obliga a los enfermos a no soportar cualquier forma de mugre o desbarajuste y ha volteado toda la casa para no desatender hasta el más mísero rincón de su hogar. Por lo mismo no ha organizado nada con los cuates, ni siquiera un cafecito, y eso está muy mal.

Pero ahora que las cosas han empezado a "normalizarse", si es que lo "normal" puede tener cabida en la existencia pecariesca, es necesario un reencuentro con todos aquellos a quienes se les debe el "Reporte de Japón".

Pecarí solicita una sincera y profunda disculpa por no reportar antes.