El Blog de Pecarí

miércoles, marzo 23, 2005

Experiencia con alas

El pasado 18 de marzo se realizó la revisión médica anual de la oficina. Todos tuvimos que ir, y como debía de ser, teníamos que ir en ayunas; sabiendo esto, Pecarí se dio un súper atascón la noche anterior. Inició el proceso como a eso de las 8:30 am y terminó como a las 11:00. Obviamente a esas horas y en esas condiciones, sale uno como araña fumigada del consultorio médico. Además, especialmente a Pecarí le afecta mucho el hambre: se marea, le tiemblan sus pezuñitas, no se puede concentrar, le duele su pancita y si el hambre se incrementa, se desespera mucho. Nada recomendable en este estado.
Pecarí sale del doctor y se mete a su coche, pensando en que a pesar de su deplorable condición tiene que manejar bien, ya que no cuenta con licencia de manejo... ni seguro tampoco. Aplaude varias veces y canta Taco Placero de Paquita la del Barrio para despavilarse. Al salir a la calle, tiene varias opciones para ir a desayunar, pero de todas las opciones, creyó conveniente ir al restaurante familiar de la cadena Wings. En las limitadas neuronitas de Pecarí sólo aparecía la imagen de unos huevos rancheros (2 huevos fritos con salsa de tomate en tortillas fritas... bueno, si no se lo puede imaginar con mi magra descripción, imagínese un delicioso manjar de su propia región) y un té calientito con harta miel para la temblorina.
Pecarí se sentó en el lugar y ordenó. Le trajeron su té y sin tocarlo fue al tocador (ya no aguantaba). A la hora de entrar en el cubículo, junto al ídolo de cerámica (mejor conocido como W.C.), en el piso, notó un pequeño rectángulo plástico y de inmediato lo reconoce: es una trampa para ratas! En una fracción de segundo Pecarí pensó (aunque usted no lo crea) sólo 2 cosas: 1) ¿Porqué estas cosas siempre me pasan a mí? y 2) ya sé! voy al cubículo de a lado... no! mejor no! ¿qué tal si en el de a lado también hay trampa, pero con rata?
Por lo que mejor se aguantó y se quedó ahí. Acto seguido (después de lavarse las manos), buscó al gerente y canceló todo:
Pecarí- Señor gerente, quiero cancelar lo que pedí!
Gerente- Pero cómo, osea qué pasó?
Pecarí- Acabo de salir del baño y hay una trampa para ratas!
Gerente- ¿Cómo que hay una trampa?
Pecarí- Sí, ví una trampa para ratas, y ni modo que esté de adorno. Es obvio que tienen ratas y no puedo comer aquí!
Gerente- ¿Pero porqué no puede comer aquí?
Pecarí- ¿Cómo que porqué no puedo comer aquí? Pues es porque no puedo comer en un lugar donde aceptan que tienen ratas y ponen trampas hasta en el baño!
Gerente- Y si se lo enviamos gratis?
Pecarí- (Por un instante la palabra GRATIS retumbó en su cerebrito, pero el estómago que estaba iniciando una revolución prevaleció) Oiga, usted me está confundiendo, no soy esa clase de gente (no, cómo crees?). La verdad me da mucho asco y ya me voy!
Y Pecarí se fue, y no le cobraron tampoco el estacionamiento.
Estimado lector, si usted es dueño de un restaurante, o tiene gente cercana que se dedica a eso, le doy los siguientes consejos:
1. Evite a toda costa tener ratas y ratones. Esto es muy difícil, yo lo sé muy bien, pero la higiene y otras acciones ayudan mucho.
2. Si definitivamente ya tiene el problema, evite a toda costa que sus clientes se enteren. Pecarí (y mucha gente) se hubieran comido lo que solicitaron si no hubiera visto nada. Ojos que no ven, corazón que no siente.
3. Si tiene el problema de esta y otras plagas, y su cliente se da cuenta, no hay opciones, usted perderá a este cliente y a futuros clientes potenciales, ya que ésta persona hablará mal de su negocio con muchas personas, sin mencionar que lo publicará en su blog. Una forma de reducir el daño es dándole algo que valga la pena al cliente, por supuesto la cuenta de un té y unos huevos rancheros no es suficiente.
Querido lector, ¿alguna vez ha sufrido este tipo de incidentes restauranteros?