Pecarí necesita nuevo llavero o la frase del perro

Este fin de semana que pasó, estuvo lleno de aventuras pecariescas, y hubo de todo, desde dramones de telenovela hasta carcajadas de no parar, pasando por enseñanzas de la National Geographic.
Todo inició el viernes, cuando Pecarí se enteró que un camarada bicicletero sufrió un accidente y en estos instantes San Pedro y Satán se lo andan peleando. Siempre es muy fuerte para Pecarí enterarse de estas tragedias bicicleteras. [A la familia de esta persona, le envío mi más sincero y profundo pésame]
El sábado fue cumpleaños de Tucita a quien le mando por cierto un saludo muy carnal-mente cariñoso y afectuoso. Hizo fiesta en su casa y se juntó la banda, a la que también se unió la Flaca. Se tomó, se bailó, se comió, se risoteó, y se divirtió, todo positivamente en demasía. Una servidora se durmió a las 4:30 de la madrugada en la cama de su hermano, y fue de las primeras en caer. Los últimos andaban recalentando el caldo de camarón y las brochetas de pollo que sobraron para desayunar.

El domingo Pecarí fue con su Pá y Tebanito al centro para comprar unas telas para un vestido. El sábado que viene hay boda, pero no hay dinero para comprar vestido nuevo, así que ni modo... hay que hacerlo! (Ni Pedro, Juan) Normalmente es la Hada Madrina quien saca de este tipo de apuros a las doncellas bonitas y necesitadas, pero la móndriga Cenicienta sacó boleto primero y se acabó el crédito de la Hada Madrina. Ahora todas las que esperábamos turno ya nos fregamos.
Después del centro, fuimos a comer al Sanborn’s de Insurgentes en la colonia Roma. Pecarí estacionó su automóvil en la calle, y como no tenía bolsas de ningún tipo, tuvo a bien atorar sus llaves entre la tela del pantalón y su lonja, arriba del glúteo derecho. En el restaurante pidió un espagueti a la boloñesa. Le trajeron lo mismo pero en fetuccini y que el Pá se la hace de jamón a la mesera y al gerente, porque ellos no tienen porqué decidir lo que quiere comer uno. Y aunque tenía toda la razón, en unos minutos más empezaría la película “Cruzada”, de la que ya contábamos con los boletos y no podíamos perder el tiempo, así que Pecarí seguía tragando cual pecarí mientras la discusión continuaba. Le ofrecieron cambiarle el plato, a lo cual Pecarí respondió: “Uy no, en 10 minutos empieza la película y ya tenemos los boletos, la verdad es que tenemos algo de prisa". El gerente insiste apenado en que el plato solicitado saldría rápidamente. "Mire, ya no se preocupe. Pasta es pasta, y de todos modos voy a engordar igual. Mejor tráiganos la cuenta que se nos hace tarde".

Antes de entrar en la sala, Pecarí entra al baño. En uno de los cubículos, a punto de realizar sus necesidades, escucha un terrible sonido que cimbra todo su ser. El terror se apodera de ella y confirma en un instante la horriblísima pesadilla que ahora se vuelve realidad. En un principio la imagen parece un diabólico espejismo del infierno, pero no! es una de las realidades más terribles que alguien pueda soportar: LAS LLAVES DEL COCHE SE CAYERON A LA TAZA DEL BAÑO!!!! En una situación así, uno no debe pensar ni mucho menos concientizar (error garrafal). En menos de un segundo Pecarí recordó una frase de maestros (grande entre las grandes) de su hermano Tucita, que tuvo que utilizar y aplicar sin pensar en nada más (créame, en nada más) que reza: "Como perro a las heces: directo y sin asco", así que metió la mano y sacó sus llaves (en realidad Tuza y muchos otros cambian la palabra "heces" por otra más soez para potencializar el efecto de la frase). Luego de hacer lo que tenía que hacer, lavó las llaves y sus pezuñitas varias veces, pero desafortunadamente, después de una acción así, regresa la conciencia y el sentido común, de : "guácala! qué asco!"
Una vez en la sala, Pecarí no quería comer palomitas, pero se le antojaban mucho. Así que usó la mano izquierda. La película, "Cruzada" está buena. Tal vez no tan espectacular como Gladiador, del mismo director, pero buena. Tal vez se hubiera disfrutado más sin el incidente del baño.
Pero luego Pecarí pensó en los documentales que salen en la National Geographic, como los que curten pieles de forma artesanal, o los que buscan cadáveres en el desagüe, o de las tintorerías romanas de hace 2000 años. Casi puedo jurar que usted no quisiera tener alguno de estos trabajos, créame. Comparado con eso, mi experiencia está bien fresa.
Pero no importa qué tantos documentales del tipo recuerde, lo que es un hecho es que Pecarí ya no va a usar ese llavero y anda buscando otro. Guácatelas!

El día al menos terminó bien. No se pudo lavar ropa ni hacer mucho quehacer, tampoco cocinó ni preparó la ropa de la semana. Pero sonó el teléfono, y de ahí, pura felicidad.