El Blog de Pecarí

viernes, febrero 03, 2006

Ballet Nacional de Rusia

La Sra. Antena y Pecarí asistieron ayer a la presentación del Ballet Nacional de Rusia en el teatro Metropolitan rodeadas de gente en ropa fina y perfumes caros. Hasta parecía que estábamos ahí por habernos ganado los boletos en algún concurso de radio. El lugar tuvo un lleno prácticamente total, y la entrada parecía estación del metro Balderas a las 8:00 de la mañana. Es realmente una fortuna que un evento cultural de esta índole tenga tanto éxito.
El primero que apareció fue el representante (con ya varios otoños en su haber) de una ONG que ayuda a jóvenes en situaciones difíciles para evitar la delincuencia, y sería beneficiada con las entradas de la presentación. Su discurso largo, aburridísimo y poco entendible (por su dentadura o falta de ella) bajó el ánimo de la gente.
Por fin, el “chow” inició con una escena del inmortal “Lago de los cisnes” para continuar con otras piezas clásicas del ballet ruso, ejecutadas como nomás Dios manda, pura perfección, caray!
Los bailarines, el vestuario, los movimientos y el aura que emanan, nos confirman rotundamente y sin lugar a ninguna duda el porqué son los de más alto cachete. Y luego las mallitas de LOS bailarines, santo cielo! Con esas mallitas hasta a una le dan ganas de ser menos inculta caray!
Muy desafortunadamente y por alguna razón que Pecarí no logra dilucidar, la gente como que no aplaudía. El espectáculo era impecable, y sin embargo el público mexicano, famoso por su calidez y entrega, en esta ocasión se mostró totalmente ausente y sin vida, casi apático y con frigidez emocional. Pecarí se pregunta si la gente no aplaudía porque como se trataba de algo “súper nice”, era muy naco y churpio aplaudir como una bola de orangutanes en la selva. Quién sabe, pero por si las dudas, trató de aplaudir como si fueran 3.
La función terminó cerca de la media noche. Y a la salida no faltó el imperdonable puesto de CD’s pirata que vendían la música del evento, y que como siempre, nunca le atinan a las verdaderas piezas y en su lugar tenían la obra completa del “Hombre de la mancha” y “El lago de los cisnes”, por alguna filarmónica de los Estados Unidos.
Las estrellas que adornaban la noche (bueno, las pocas que se pueden ver desde esta contaminada ciudad), llena de gala y pompa susurraban la hora de ir a dormir. Pecarí echa una miradita al cielo y se pregunta dónde estará su estrella azul.