El Blog de Pecarí

viernes, abril 15, 2005

Donación sanguínea

Hace algunos días en la oficina nos solicitaron nuestra cooperación para donar sangre a una pacienta del Hospital Español. Pecarí nunca había donado sangre en su vida, y pensó que esta podría ser una buena primera vez.
En su jocosa ignorancia, Pecarí decidió irse en su bicicleta, desde la Colonia Roma hasta el Hospital Español (Polanco). Iba muy nerviosa, porque ha de saber, querido lector, que Pecarí no tiene miedo a las inyecciones y agujas, les tiene tremendo PANICO.
Sale a las 7:50 de la mañana. En la calle de Tres Picos, frente a la Embajada de Canadá, choca contra un enorme abejorro que tuvo a bien escoger su pómulo derecho para ir a embarrarse y dejar a Pecarí todavía más nerviosa y asustada.
A las 8:10 llega al banco de sangre donde una amable empleada le da unas impresiones con información al respecto y una copia con la lista de requisitos para ser donador. Después de leer los requisitos, Pecarí piensa: “¡Chin! Sí soy elegible!”.
Empleada- ¿Cómo ves? ¿cubres los requisitos?
Pecarí- Ay sí. Tengo miedo. La verdad es que quería no cubrir los requisitos por que le tengo miedo a las agujas.
Empleada- No te preocupes, a todos nos da miedo.
Pecarí- No, es que realmente estoy temblando.
Empleada- Todo va a estar bien. No te preocupes. Lléname esta formita y ahorita te paso. Por cierto, ¿qué te paso en la cara?
Pasan a Pecarí a la salita donde hay 4 sillones, 1 tele, varios aparatos y un sinnúmero de juguitos de diferentes sabores. Sale una enfermera amable y cálida que explica el procedimiento. Primero sacarían una muestra para hacer una prueba rápida en la que se indicaría si de entrada uno puede ser o no donador. Si la prueba sale positiva, ya se sacaría la sangre para donar.
Mientras Pecarí esperaba en la salita, después de que le sacaran la prueba, se repetía una y otra vez: “Que no salga! Que no salga! Que no salga!” Para ese momento el nerviosismo era tal que su cuerpo empezó a reaccionar. A algunas personas cuando están muy nerviosas les empieza a temblar un párpado, pero en este caso a Pecarí le empezó a temblar un músculo que se encuentra en su pierna izquierda, arribita de la rodilla. Con su pezuñita izquierda se empieza a sobar, pero la temblorina no cede.
Empleada- Ya puedes pasar, la prueba salió bien.
Pecarí- (Chin!!!) ¿Está realmente segura de que salió bien?
Empleada- Sí, ya puedes pasar.
Pecarí- Ay… tengo miedo.
Enfermera- A ver señorita, siéntese y póngase cómoda.
Pecarí- Ay me puedo sentar, pero no me puedo relajar. Además me está temblando mucho este músculo de la pierna.
Enfermera- A ver… ay si es cierto! Le está temblando, ¡como si fuera caballo! No se preocupe, relájese, todo va a salir bien.
Pecarí- Sí, le creo que todo está bien, pero este temblor no se me quita y me pone más nerviosa, y en vez de que se me calme, cada vez se mueve más.
Enfermera- A ver, estire su bracito.
Pecarí- Está estirado.
Enfermera- Señorita, estire su bracito.
Pecarí- Le juro que está estirado.
Enfermera- A ver, le voy a jalar tantito.
Pecarí- Aaaaay. Tengo mucho miedo. Yo veo la tele. Yo veo la tele. Ay, es uno de esos programas de chismes chafas… no sea cruel, ¿no le puede cambiar por favor?
Enfermera- (cambiándole de canal con el control remoto) A ver, usted me dice…
Pecarí- A ver ahí, en las noticias. Ya con ver gente que está peor que uno, las cosas se ponen más fáciles.
Enfermera- Jiji, tiene razón. A ver le muestro la aguja, está nueva.
Pecarí- (tapándose sus ojitos) Yo le creo que está nueva y limpia, pero si la veo, me muero.
Enfermera- A ver, un piquetito…
Pecarí- No me avise! no me avise! (Mientras la enfermera inserta la aguja, Pecarí pone sus ojitos como si se estuviera chupando un limón más agrio que la reforma eléctrica).
Enfermera- Ya está. Ahora le voy a dar este colchoncito para que su manita lo presione y lo suelte, contando hasta 5 en cada ocasión.
Pecarí- No sé porque siento que no lo puedo hacer. No siento fuerzas en mi mano.
Enfermera- Claro que sí las tiene, ahora abra y cierra, abra y cierra.
Pecarí- (moviendo cada dedo en un rango de 1 centímetro) Esto es todo lo que puedo abrir y cerrar.
Enfermera- Tiene que hacerlo más fuerte, sino, no saldrá la sangre. A ver ayúdese con su otra mano.
Pecarí- (haciendo un esfuerzo titánico) ¿Así está bien?
Enfermera- Si, mucho mejor. ¿Quiere un juguito? Aquí hay todos los que se quiera tomar.
Pecarí- A ver páseme uno de manzana por favor. (Después de dos veces que la mano izquierda cerró el puño de la mano derecha, ésta última se le empezó a dormir a Pecarí, y con el miedo que traía, mejor dejó libre la manita derecha… no le dijo nada a la enfermera).
Después de un rato…
Pecarí- Oiga disculpe, ¿falta mucho?
Enfermera- A ver…mmm, ya le falta poquito. ¿Se siente mal? ¿siente mareos?
Pecarí- No, no siento nada, bueno ya me está empezando a dar hambre, y la temblorina de la pierna no se me quita.
Enfermera- Sí es cierto, y se le ve bien curiosito.
Pecarí- Es que me sobo y me sobo y nomás no baja.
Enfermera- Sí, sigue nerviosa. Cálmese, ya vamos a acabar.
Pecarí- Ay, pero ojalá que acabe pronto!.
Enfermera- Ya, ya está. 430 mililitros. Muy bien.
Pecarí- ¿Qué? ¿430ml? ¿Apoco a uno le sacan tanta?
Enfermera- Sí, ¿no sabía?
Pecarí- Uy, me acabo de enterar.
Enfermera- Bueno, eso es todo. Con este valecito va a la cafetería por su desayuno.
Pecarí- Excelente!

A las 10:00 de la mañana, mientras Pecarí se terminaba de comer su sándwich, suena su celular (todo ya está traducido al español):
Pecarí- Bueno?
Jefe- ¿Emi san?
Pecarí- Sí, ¿qué pasó? ¿En qué le puedo servir?
Jefe- ¿En dónde está?
Pecarí- En el Hospital Español, vine a donar sangre.
Jefe- Es que tiene reunión a las 10:00 y ya empezó a llegar la gente.
Pecarí- (Grita internamente mientras nadie la escucha: AAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!!!) Ah! Es cierto! ¡LA reunión! En 20 minutos llego!
Jefe- Bueno, aquí la esperamos
En ese instante deja todo, paga en la caja y vuela a su bicicleta. Todavía no se sabe exactamente qué demonio correteó a Pecarí, pero en 15 minutos llegó a su oficina, se cambió, se arregló y entró a su reunión. Todo un tiempo récord.
La reunión salió bien. Pero la memoria de Pecarí empezó a fallar; en una de esas le preguntaron algo muy sencillo y primero pensó: “Madre santa, yo sé que puedo responder, yo sé que me están pidiendo algo rutinario, pero simplemente no me acuerdo, chale! ¿qué me está pasando? ¿Por qué no puedo acordarme de algo tan sencillo? Me siento bien rara, no sé cómo explicarlo. ¿Eso de ahí será un maletín o un duende?”, a lo que respondió “Discúlpeme, hace ratito fui a donar sangre, y por eso llegué tarde, y con el perdón de usted, no puedo responderle porque no me acuerdo. Le juro que le quiero responder, pero no sé qué me pasa”. Las amables personas de la reunión al presenciar esta escena, hicieron un muy reconocido esfuerzo por no reírse, y aparentar que todo es serio. Afortunadamente la reunión terminó bien y todos quedaron felices.
Luego de la reunión, a Pecarí le empieza a dar el bajón. Un poeta hubiera escrito: “Pecarí se pierde en el horizonte con esa mirada perdida, absorta en sus pensamientos”. Pecarí describe la escena así: "Me quedé viendo la ventana totalmente perdida, como si me hubiera echado un peyotazo, al darme cuenta de que me podían correr por estar papando moscas, traté de poner cara de que trabajaba. Pasaron 2 pajaritos y algo que se parecía a Mickey Mouse". Después de mandar un par de faxes siente que es necesario hablar con el jefe:
Pecarí- Disculpe Señor que lo moleste ahora que está usted muy ocupado.
Jefe- ¿Sí?
Pecarí- Como usted sabrá, fui a donar sangre en la mañana.
Jefe- Ah, sí, muchas gracias por su cooperación. Estamos muy agradecidos.
Pecarí- Al contrario, es un placer. Sólo que en estos momentos quisiera explorar la posibilidad de que usted me de permiso de descansar un poco, sólo por una hora.
Jefe- Ahh, ¿se siente poco mal?
Pecarí- Pues no exactamente como mal, la verdad no sé cómo describirlo. Es algo parecido al cansancio, y siento como si el piso se estuviera moviendo.
Jefe- Oh, como tsunami! Jejeje, sólo broma. No vaya a caer por favor! Mmmm... otra vez usa tacones tan altos. Es mejor tacón bajo cuando su estabilidad y gravedad no están bien.
Pecarí- Tiene usted toda la razón. La próxima vez me pongo otra cosa.
Jefe- Bueno, es importante que esté bien. Vaya a descansar a enfermería.
Pecarí- Muchas gracias, Señor.
Jefe- Vaya, vaya.

Y Pecarí se fue a dormir como a eso de las 12 del día.
Pero a la 1:30 empieza a sonar el microondas. ¡Es la hora de la comida! El “tin!” que hace el micro cuando termina de calentar despierta a Pecarí, y ella también se dirige a él para calentar su comidita.
3:00 a 6:00 PM. Durante 3 horas, Pecarí trató de trabajar lo mas “normal” posible, pero entre el cansancio y el desvarío, mandar un simple mail se volvía una tarea titánica. La crónica de estas tres horas no es conveniente que la escriba, ya que ni la misma Pecarí sabe a ciencia cierta qué partes son reales y qué partes fueron alucinaciones.
A las 6 de la tarde sonó la chicharra y especialmente en ese día, más que la musiquita de un simple reloj checador, ese sonido parecía el canto de las sirenas.
Como pudo, Pecarí se cambió y arrastró a su bicicleta para regresar a su casa. Pedaleó un poquito más lento de lo normal. Como todavía no entraba el horario de verano, ya para esa hora estaba algo obscuro.
A unos 200 metros antes de llegar a su casa, sobre la calle de Valladolid, los atinados empleados del cableado eléctrico público, tuvieron a bien dejar colgado uno de sus estéticos cables a poco menos de 2 metros del piso con un tremendo nudo al final.. Por supuesto, y como seguramente usted se está imaginando, efectivamente Pecarí en su deplorable condición, además de la oscuridad natural de la noche, no se dio cuenta de lo que había más adelante y se da tremendísimo ramalazo en su carita.

Amable lector, a pesar de todo lo que leyó usted aquí, es mi intención no espantarlo para que no done. Donar sangre es algo importante, noble y podría ayudar para que otro ser humano pueda vivir. Cuando se le presente la oportunidad, y si usted puede hacerlo, quisiera exhortarlo a que se anime... y luego me cuente cómo le fue.

3 Comments:

  • Pobre de ti EMI, pero fue una buena causa.


    Salu2

    By Blogger ilytch, at 15/4/05 7:09 p.m.  

  • Los desgraciados nunca especifican en las formasla cantidad que van a quitarle a uno de sangre.

    Cren que un pobre vale de comida equivale a los supuestos 300 y tantos mililitros (porque la bolsa que llenan parece como de litro y medio)

    By Blogger stormbringer, at 15/4/05 10:07 p.m.  

  • chale...yo también le tengo miedo a las agujas...:S

    Lástima wue no pueda donasr porque ya me dio epatitis, pero una acción como esas es muy noble y loable.

    Saludos y chido blog

    By Blogger Gerson Obrajero, at 16/4/05 1:16 a.m.  

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